El teatro del fantasma

Literatura 23 de julio de 2023 Por Valeria Elías
Enrique Butti nació en Santa Fe en el año 1949, es autor de cuentos, novelas y poesía. Es periodista y tiene una amplia trayectoria en la vida cultural. Es, un referente, en este sentido. En su trayectoria, supo ganar el respeto y reconocimiento con su carisma e intelectualidad, equilibrando al punto tal, de ser un amigo y un profesional, sin mezclar estas características.

Los escritos de Enrique, son utilizados por los docentes santafesinos para sus clases de literatura. Tanto adolescentes como adultos, disfrutan de construcciones ingeniosas e historias atrevidas.

IMG_0671 (1)

Alguna palabra

Manifiesto en la necrópolis
(de “Crónicas caseras”, inédito)

En ese cementerio sus habitantes no podían quedarse quietos. Por una cuestión fisicoquímica, no metafísica. Sus almas andarían ya reencarnadas, o penando en el Infierno, o tomando té entre arpegios en el Paraíso, escuchando interpretar Pájaro Campana tan insistentemente que fuera mejor estar en el Infierno comiendo pan con caca de gallina, escuchando Jingle Bells o Le Petite marionette o la marcha de la giovinezza mussoliniana, bueno, sus almas andarían donde se merecen, pero sus cuerpos, como los tendones de las ranas decapitadas y puestas a freír, se resistían al descanso, y entonces ese cementerio de noche era una romería, un desfile de modelos de mortajas, una explosión de luces malas, nada espantoso en verdad, un poco impresionante cuando se ve por primera vez pero enseguida uno se acostumbra y percata de cuánta verdad entraña el refrán de que hay que tener miedo a los vivos no a los muertos, aunque uno no sepa nunca si cuando nos acercamos para alcanzarles un maxilar desprendido o una falange que ha rodado como perinola, no sabemos nunca si lo agradecen en serio, con sentimiento, o guiados por una reacción mecánica de zalema o mal de ciática, o si cuando nos ponemos frente a alguna señora descarnada para bailar lo que suponemos una rumba ella nos presiente desde sus ojos vacíos o desde sus bien expuestos canales auditivos o por el contrario se agita en su danza solitaria y sin llevarnos mínimamente el apunte, pero no importa, algo parece quedar impregnado en sus huesos faltos de lavado y engrase, y entonces uno se explica que realmente puedan haber meditado y escrito un texto que apareció enrollado como lengüita en un despampanado orificio bucal y que decía así:

waldemar-HTo9Kg9iTzU-unsplash

MANIFIESTO DE ESTA QUINTA DEL ÑATO

¿Por qué andar siempre en el cajón con ese aire taciturno, negativo, asexuado, antipático? ¡Revolucionémonos de una vez y mostrémonos orgullosos de nuestra condición de difuntos! ¡Ostentémonos mórbidamente bien puestos, como flores carnales que se marchitan exudando su mejor aroma, con lujuria, entre gases, miasmas y vivarachos gusanillos! ¡Tiremos la chancleta! ¡No desaprovechemos el último cartucho! ¡Tiremos la última cana al aire! ¡Despenados, hagamos sentir nuestra presencia!

Eso decía el manifiesto, y leyéndolo uno recupera la esperanza de que algún idealismo aún sea posible en este mundo, se comprende que así da gusto esperar la muerte, que está bien llorar un poco en los velorios, pero que también hay que poner música, hay que darse cuerda y bailar hasta caer muertos junto a los muertos que –está cantado– no tendrán palabras para agradecerlo.
Enrique Butti

Valeria Elías

Periodista, comunicadora social, escritora.

Actualidad