
Su biografía me lo tomo personal, una licencia, poder contar en primera persona quién era él.
Cuando entré el primer y único taller literario que hice, no escolar, en mi vida, fue a "Temps era Temps", lo coordinaba Sergio. Casi sin haber compartido más que con muy cercanos mis escritos, con muchas dudas comencé a compartir en el grupo, y la reacción del coordinador no se hizo esperar.
Pero no solo era una cuestión literaria, era un desafío creativo, y también por ello, una conexión humana. Mi primer publicación impresa fue gracias a él, su confianza y dedicación. Supo acompañarme en procesos personales, que nada tienen que ver con la literatura, pero sí, podrían haber afectado este futuro. Hoy estoy recordando, homenajeando y rescatando a Sergio Ferreira, que a pesar de las diferencias que supieron marcar distancias, hubo coincidencias y cercanías memorables.

Algo de su último trabajo
Libro de las divinidades (Fragmento)
Hasta este momento me había quedado al margen. Del lado de afuera de la casa del escritor. Su puerta blanca. Su alfombrita un poco gastada. Decido entrar. El escritor se disponía a digitar el nombre de Clara. Le advierto: «Si toca una tecla, usted caerá fulminado»>.
El escritor gira sobre sí. Me ve. Está helado de miedo: «¿Quién es usted? ¿Qué hace en mi casa?>> <<Soy Sergio Ferreira. Yo lo inventé a usted, para que usted invente a Ceratto>>. «No entiendo nada...>>
Pero yo sé que sí entiende. El escritor sabe esto de tomar decisiones sobre la vida y obra de los personajes y comprende que, si me presenté en su casa, su destino está cumplido. Los asesinos sólo dejan ver su cara al condenado.
Pongo mi mano a la par de la suya que tiembla. Con espanto ve mi color humano, tan distinto de su color de personaje de cuento.
Le explico: «No lo puedo permitir. Necesito a Ceratto. Tengo planes>>.
Traga en seco el escritor. Sé que hubiera querido levantarse de la silla y encararme, pero las piernas le tiemblan visiblemente.
"¿Y yo?», dice, y es lo último que dice. Siente cómo la sangre se le vuelve arena, la boca se le llena de espuma y el golpe definitivo con la frente sobre el teclado. Se acabó. Fin del escritor.
Sergio Ferreira